Empleo: el desafío más sensible del repunte económico

Nota de Silvia Stang en LA NACION 6-8-17

 

 La entrevista completa:

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El extenso diálogo (cuya desgrabación completa está al final de esta entrada) transitó por diversos andariveles: la existencia o no de nuevo empleo, el sector industrial que no arranca y que viene de al menos un lustro de estancamiento, la ausencia -al menos insuficiencia- de una instancia de inversión productiva tanto de capitales nacionales como externos, la eventual expectativa empresaria de una posible reforma laboral perniciosa para el sector del trabajo, la necesidad del debate en materia de eficiencia productiva en el ámbito privado como en el público y el rol del emprendedurismo. Alguno de estos ítems reaparecen en la nota publicada.

 

El trabajo crecerá lento y con diferencias por sectores; qué factores modificarán la relación entre PBI y generación de puestos

DOMINGO 06 DE AGOSTO DE 2017
¿Cuánto empleo será capaz de generar la reactivación económica que, tardíamente respecto de lo esperado, da sus señales por estos días, según los indicadores oficiales? La cuestión es el desafío quizá más sensible, porque se refiere al punto que, a los ojos de la sociedad en general, haría más atractivos los llamados brotes verdes. Según estiman varios analistas, no habrá que esperar, para los próximos meses, una alta creación de puestos en el conjunto de la economía, lo cual parece ser un llamado para la instrumentación de políticas y acciones que tiendan a mejorar la relación entre el nivel de actividad y el de ocupación. Y, por tanto, a mejorar el nivel de vida.

El mapa del empleo muestra -según datos del Indec correspondientes al primer trimestre del año- que en el país hay 19,85 millones de ocupados. Tres de cada cuatro son asalariados y uno de cada cuatro está en el cuentapropismo. Y un tercio de los dependientes no está registrado.

Cuando se mira sólo el segmento de los asalariados en blanco del sector privado (según la información del Sistema Integrado Previsional Argentino – SIPA), resultan ser 6,18 millones las personas incluidas a mayo pasado, una cifra superior en un 0,5% respecto de un año atrás. En los últimos tiempos, la variación no fue significativa y, si bien en agosto de 2016 cambió el signo de negativo a positivo, en abril y mayo pasados hubo leves caídas mensuales.

El alza del 0,5% interanual es un promedio de los movimientos dispares que hay en el mercado laboral. Por caso, mientras que en la construcción (donde está el 7% de los empleos en blanco) la evolución fue positiva y del 7,7%, en la industria (que reúne a casi el 20% de los asalariados registrados) los números reflejan una caída interanual del 2,8%. En el primer caso, la actividad en las obras (principalmente las públicas) viene creciendo a ritmo alto desde marzo, después de un 2016 con meses de muy escaso movimiento. Y las fábricas (medidas en su conjunto) comenzaron a reactivarse en mayo en la comparación interanual, pero en este caso, el nivel de empleo suele ser más inflexible, porque durante la caída de la producción hubo plantas en las que se mantuvo a trabajadores, con menos horas ocupadas.

Foto: LA NACION

Para los próximos meses, los analistas prevén, por lo general, un nivel promedio de creación de puestos que permitiría mantener la desocupación en un nivel cercano al actual, pero sin reducirla significativamente.

«Nosotros tenemos un análisis de largo plazo que muestra elasticidades entre el empleo formal y el producto de 0,7», dice desde el Ministerio de Trabajo José Anchorena, subsecretario de Estadísticas, Estudios y Políticas Laborales, quien afirma que esa relación puede mejorar con determinadas políticas. La elasticidad citada significa que, por cada punto de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), crece 0,7% el empleo.

Si eso se diera así en adelante y si se creciera a una tasa del 3% anual, se crearían unos 130.000 puestos asalariados formales privados en un año, o 250.000 si esa relación pudiera extrapolarse a todo el trabajo en blanco (incluyendo a cuentapropistas y al sector público donde, en rigor, juegan factores diferentes). Según Anchorena, como en épocas de crecimiento hay cierta tendencia a una regularización de trabajadores, la elasticidad resulta más baja en el sector informal: cae a 0,4 por cada punto del producto.

Algunos economistas de consultoras privadas, como Marcelo Capello, del Ieral, ubican sus proyecciones en cifras cercanas a las mencionadas.

Un crecimiento aproximado del 3% anual del PBI es la estimación promedio que hacen, para 2017, 2018 y 2019, los centros de estudios que participan del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), publicado por el Banco Central.

El número de puestos de trabajo que, según se estima, podrían crearse en la actividad privada, es una cifra cercana al número de personas que se suman cada año a la fuerza laboral sólo por el crecimiento de la población. Es por eso que, de no mediar factores o acciones que aceleren la generación de puestos, no se lograría una baja del desempleo, un indicador que también depende del porcentaje de la población que esté activa (es decir que tiene o busca trabajo).

Para Leonardo Gasparini, director del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad de La Plata, en América latina un crecimiento anual del PBI del 4% por cuatro años estaría asociado, en promedio, con un aumento de menos de dos puntos en la tasa de empleo, según la conclusión del análisis de una amplia base de datos. «La realidad argentina podría ser diferente, pero es útil tener en cuenta estas estimaciones como indicativas de la magnitud de lo esperable», dice.

«Es probable que en el corto plazo el repunte de la actividad no se refleje en una mejora sensible de los indicadores laborales», dice Fabio Bertranou, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur. Cita al menos dos razones para ello: una, que hay sectores, entre los que ganaron dinamismo, que tienen baja tasa de elasticidad del empleo (no es el caso de la construcción), y la otra, que en los últimos tiempos hubo cierta resiliencia, que llevó a que el desempleo se haya mantenido sin subir a dos dígitos y a que la informalidad no subiera sustancialmente.

Un relevamiento realizado en junio por SEL Consultores entre 1400 empresas, mostró que, a la hora de identificar en qué momento se reactivarían las búsquedas laborales, las respuestas se concentraron en 2018: marcaron ese año el 33% de las micropymes, el 36% de las pymes y el 40% de las grandes firmas. Y, mientras que muchos eligieron el renglón del «no sabe», para este 2017 mostraron optimismo el 9% de las empresas micro y el 15% de las medianas y grandes.

Entre los factores que pueden incidir en la relación entre PBI y empleo están el perfil del repunte económico; las reglas en las relaciones entre empleadores y trabajadores; el avance tecnológico, y la situación social.

El perfil del crecimiento. «El empleo crece de manera heterogénea, como la economía. En servicios, comercio y construcción avanza, y en la industria cae en las ramas más mano de obra intensiva», afirma Dante Sica, director de la consultora Abeceb, donde estiman que este año el empleo crecería un 1% «y en 2018 algo más, porque hay sectores, como el de petróleo y minería, que tienen hoy tasas negativas pero que guardan potencial para crecer».

Gasparini apunta que los sectores de mayor generación de empleos (y en particular, de empleos no calificados) son la construcción, el comercio y los servicios personales. Pero, a la vez, «son los menos dinámicos en cuanto a productividad y generación de divisas». Por eso, dice, la estrategia de crecimiento «debe ser balanceada».

Un punto a considerar es qué pasó con los niveles de ocupación de cada actividad en tiempos de recesión. «En algunos sectores, la caída del empleo no fue tanta como la del nivel de actividad; esto indica que ahora tampoco habrá tanto efecto», señala el economista Luis Beccaria, investigador de la Universidad de General Sarmiento. En casos en que se mantuvieron las dotaciones (o no se redujeron tanto como la actividad) habrá más horas de trabajo y más ingresos para quienes ya están, pero no más puestos.

Esa situación diferencia a lo que podría pasar ahora respecto de lo que pasó tras la salida de la gran crisis de 2001. Un estudio del Ieral muestra que, si bien en el período de 2004 a 2017 la elasticidad entre empleo y producto fue de 0,66, hay diferencias cuando se mira el dato por etapas. Entre 2004 y 2007, la tasa fue de 1,53. «Había una alta capacidad productiva no utilizada», recuerda Capello.

Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Cedes) de la UBA, dice que, en aquellos tiempos de principios del siglo, se habían movido con más rapidez las pymes, un segmento de la actividad tecnológicamente no tan avanzado y, a la vez, mano de obra intensivo. «Ahora el sector medio del empresariado no se decide a pensarse a sí mismo formando parte de la estrategia de crecimiento», analiza. Y la causa sería que fue golpeado por factores como el incremento de las tarifas.

«Hay que ver el peso del costo de las tarifas en cada caso, pero en los últimos años se había perdido eficiencia energética y hay mucho por mejorar; de hecho, hoy se ve que la actividad y el uso de energía decrece. Eso se llama eficiencia energética», afirma un funcionario del Gobierno.

Mientras tanto, y frente a las noticias de despidos en varias empresas, en la cartera de Trabajo señalan que la dinámica laboral tiene un promedio de 300.000 bajas y 300.000 altas mensuales, con un saldo que en los últimos meses no da negativo.

Las políticas y regulaciones. «La elasticidad puede elevarse si el Gobierno implementa reformas en las regulaciones y genera incentivos para las contrataciones», señala Capello, quien agrega que la creación de puestos «resultará mayor o menor en función de lo que ocurra con el precio relativo entre el trabajo y el capital, porque hoy la ecuación favorece la automatización de tareas».

Desde el Gobierno ya se manifestó con toda claridad que se considera elevado el costo de los contratos laborales. El demorado debate sobre esa cuestión, de la que hay diferentes puntos de vista, está atado tanto a la reforma tributaria como a la previsional, ambas comprometidas por ley para los próximos años. En lo que a los cambios jubilatorios se refiere, no es menor el análisis de los efectos que en el mercado laboral podría tener el hecho de incentivar a las personas a quedarse más años en actividad.

Para Capello, una reducción segmentada de los costos laborales no salariales y la capacitación para jóvenes hoy inactivos, serían dos medidas de acción fundamentales.

Sica agrega que debería hacerse eje en bajar la informalidad y en modernizar las relaciones del trabajo, «porque algunos convenios colectivos reflejan formas de trabajar de los años 60». Según el economista, los acuerdos sectoriales de competitividad que impulsa el Gobierno (iniciados con el caso de Vaca Muerta) «son un puente hacia una nueva ley».

Coincide Lindenboim en que habrá que discutir la dinámica de los vínculos. Agrega que rigen cuestiones que son beneficiosas para algunas estructuras sindicales, pero no para los trabajadores representados.

Desde la cartera laboral, Anchorena enumera tres acciones que, según considera, favorecen la dinámica del trabajo: la promoción de la ley de primer empleo (que el Gobierno no logra que apruebe el Congreso); el desincentivo a la judicialidad (se aprobó una ley tendiente a reducir los litigios por accidentes de trabajo, a la que deben adherir las provincia), y las políticas de formación profesional.

Un tema que se sumó a la agenda del debate es la reforma laboral aprobada por Brasil, que le daría a ese país más competitividad en término de costos de mano de obra. «Probablemente acelere en nuestro país el debate sobre la posibilidad de flexibilizar los convenios», considera Capello. En Brasil, señala, uno de los cambios importantes fue el de disminuir la influencia de las convenciones colectivas en favor de acuerdos individuales, por empresas y por sector.

«La reforma de Brasil presiona porque está en la región y es un país que busca captar inversiones; no hay que copiarlo, pero tampoco hay que ignorarlo», sentencia Sica.

El avance tecnológico. En la opinión de Gasparini, este factor es central entre los que podrán modificar la relación esperable entre el crecimiento económico y el empleo. El investigador del Cedlas considera que, más importante que la magnitud de la tasa a la que avance el PBI, es que la tendencia positiva se mantenga por muchos años.

Mientras que en la industria la tendencia a la caída del empleo en muchas partes del mundo ya está dada por las tecnologías, considera Gasparini, la novedad es que los cambios llegan a servicios que se creían blindados a los efectos de la robotización.

Desde la OIT se hizo este año un llamado para promover una agenda de debates sobre políticas y acciones que podrían mitigar los impactos en el mundo laboral de la robotización y las nuevas formas de la economía. Reorientar planes educativos, reducir jornadas laborales, fijar un ingreso básico universal, y hasta disponer un impuesto al robot, son algunos temas que, a nivel global, se discuten.

La estructura social y del empleo. En una Argentina en la que tres de cada diez habitantes son pobres, la creación de empleos que incluyan a las personas de grupos vulnerables y una formalización significativa de la economía no registrada, son desafíos que potencian al puro objetivo de que haya más fuentes laborales.

«Una cuestión a tener en cuenta es qué tipo de empleo se va a generar, porque hoy buena parte del stock de desempleados y también de quienes se suman a ese universo son personas con baja calificación», advierte Beccaria. Sobre el plan Empalme que lanzó el Gobierno, sostiene que, aun cuando no genera más puestos, sí apunta a una mejora distributiva, porque ayudará a quienes no tienen el llamado «capital social», a incorporarse al segmento formal. El plan promueve que quienes cobran planes sociales los mantengan durante los primeros meses de una contratación laboral en el sector privado, y que el monto mensual cobrado sea a cuenta de lo que debe pagar el empleador. Así, se beneficia a ambas partes.

Según los datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica (UCA), menos de la mitad de los trabajadores de los centros urbanos del país (sean asalariados o cuentapropistas) tiene un empleo en el que se cumplen plenamente los derechos. El índice se reduce a sólo el 11% en el estrato socio económico más bajo de la población.

«Hay que perseverar en consolidar un programa integral de promoción de la formalización -destaca Bertranou, de la OIT-. El empleo en condiciones precarias es y será de baja productividad, a la vez que la informalidad perpetúa la exclusión social. Además, las políticas de desarrollo productivo tendientes a diversificar y complejizar la matriz, requieren trabajadores formales, calificados y con habilidades acordes a las nuevas exigencias del esquema productivo».

Los cambios que vendrían en la legislación

Los ejes de una reforma

Bajar los costos de las contrataciones, promover una menor conflictividad y establecer un sistema permanente de capacitación, serían los ejes de la reforma laboral que impulsará el Gobierno después de las elecciones de octubre

El efecto Brasil

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, dijo días atrás, en declaraciones radiales, que «la reforma de Brasil se adecua a lo que quieren hacer ellos y no a lo que necesitamos nosotros»

La promesa del consenso

El funcionario también afirmó, ya varias veces, que hay que descartar reformas que no estén consensuadas entre los diferentes actores de la economía. «Hay posibilidad de diálogo entre Gobierno, trabajadores y empresarios», dijo

DESGRABACION

SS – ..justamente ayer tuvimos algunos indicadores como de repunte de la actividad y querìamos ver entonces si esos brotes de actividad van a llevar a brotes en el empleo y de ese modo ver cómo están las cosas y qué posibilidades hay de crecimiento genuino del mercado laboral también.

JL – El interés lo compartimos, no sé si tenemos elementos para dar respuestas porque, por ejemplo lo que se demoró muchísimo más de lo imaginado y recién ahora está empezando en materia de empleo, a

dar algunas evidencias favorables, es la construcción. En la construcción los datos que tenemos que son viejos porque son de mayo, hablan de una creación, un ritmo de creación que de mantenerse nos llevaría a algunos de los momentos más intensos en materia laboral en esa rama. La gran intriga es si estos nuevos datos de julio, de junio, de la recuperación industrial empieza por fin a arrastrar a la cuestión ocupacional y esa es una parte difícil al menos para nosotros, que no tenemos trabajos de campos sectoriales que nos permitan hacer una apreciación distinta o mejor de las que pueden tener otros estudios u otras consultoras u otros periodistas. Yo lo que te puedo aportar es alguna reflexión dentro de esta difícil coyuntura y difícil manera de mirar. A ver, hace tiempo que se viene diciendo; qué pasa con Brasil, se recupera, no se recupera, un mes parece que mejoramos y a los dos meses siguientes nos caemos varios escalones para atrás, ¿por qué lo menciono? No sólo porque es conocido, etc., sino esencialmente porque mi apreciación sobre la actividad industrial argentina en el último cuarto de siglo está extremadamente asociada a la dupla sector automotriz-Mercosur. Si uno hurga en la información va a llegar a la conclusión que en altísima proporción el dinamismo, por momentos importante, por momentos muy magro de la industria, ha venido muy fuertemente asociado con estas dos cuestiones; es cierto que hubo momentos en donde a eso le fue agregado un comportamiento económico-social, vos decías en el correo que la cuestión social importaba, que agregaba componentes de la demanda, pero yo creo que el rol que ha tenido el sector automotriz, el sector metal-mecánico dentro del comportamiento en la industria, creo que es difícil obviarlo cuando uno lo despega de la situación en el Mercosur. Y es por eso que digo; si esta situación complicada que tienen los brasileños no logran resolverla, a nosotros sin ningún lugar a dudas yo creo que nos va a resultar de mucha dificultad recuperar algún dinamismo modesto en la industria como es el que tuvimos en el último quinquenio. Esa es la otra cosa, yo estuve mirando retrospectivamente los datos de empleo registrado, tanto los asalariados como los del conjunto del empleo registrado que da el ministerio y la verdad que es una lágrima la creación de empleo asalariado privado en todas las ramas y en particular en la industria en los últimos cinco años, por lo tanto la dificultad del 2016 o de lo que está pintando el 2017, que existe, no es una novedad, lo que a mí me llama la atención es que para mucha gente esta situación que estamos percibiendo ahora la toma como de sorpresa, como si viniéramos de un momento en esta materia, en la industria y en la creación de empleo industrial de un momento idílico, y estamos lejos, los datos están lejos de mostrar algo de ese estilo, es en ese contexto que se me hace mucho más dificultoso imaginarme un desempeño a poco andar en los próximos meses o trimestres, de mucha demanda ocupacional en la actividad industrial. Yo creo que vamos a atravesar un período en donde va a seguir siendo el sector comercial y de servicios más dinámico, mucho más dinámico que este componente del sector propiamente productivo. Creo que para salir de esto hacen falta – a mi juicio – varias precondiciones que no están muy claras en el horizonte. Creo que hace falta lo que el gobierno está esperando desde hace un año y medio que es que los capitales internos o internacionales se decidan a materializar procesos de inversión y me refiero a procesos de inversión en la actividad industrial que de concretarse no van a ser extraordinariamente demandantes de mano de obra por definición porque van a ser, seguramente, proyectos tecnológicamente avanzados.

SS – Claro, sí.

JL – Pero, siempre hay un pero a veces para bien, a veces para mal según me parece, si se empieza a concretar así como la recuperación del ritmo de actividad en la construcción va arrastrando sucesivamente distintas capas, lo mismo va a pasar con la creación de nuevos emprendimientos industriales, aunque de manera directa pueden tener una demanda acotada de fuerza laboral pero que vaya encadenándose con otras. En realidad hay escasa, por no decir nula información porque estamos parecido a lo que teníamos en el gobierno anterior, hay muchos anuncios que expresan buena voluntad pero información concreta de emprendimientos concretos al menos que yo maneje, son escasísimos y de lo único que podemos estar seguros es que la fiesta que terminó el domingo pasado, digo la fiesta para los que participan, en el sector agropecuario, esa fiesta funciona pero ahora pareciera que se está animando la que corresponde a la actividad de la construcción pero como, no me acuerdo quién decía en estos días; tanto el sector primario como la construcción si vos lo mirás en términos de producto, en términos de empleo son una porción pequeña.

SS – Esto quiere decir que dentro de los que llegan a la industria, proyectos tecnológicamente más avanzados, ¿también tenemos que empezar a ver una caída de la elasticidad producto-empleo por estas cuestiones de la robotizaciòn, ya empieza a jugar fuerte eso?

JL – A ver, modestamente hago un intento de respuesta porque no me siento en condiciones de aseverar ni positiva ni negativamente pero digo; me parece que de lo que se concrete es posible que vaya en esa dirección pero si uno recuerda cuál fue la característica más fuerte de la recuperación económica incluida la de la industria a la salida de la crisis del 2001-2002, no fue en realidad la de grandes emprendimientos económicamente hablando sino de la rehabilitación de la pequeña y mediana empresa. Esa, por definición, ni es tecnológicamente avanzada ni es escasamente demandante de mano de obra, sino todo lo contrario. La cuestión me parece que, yo creo que es importante estratégicamente para la sociedad argentina que aquellas inversiones que yo estoy imaginando empiecen a producirse, pero no porque sean en sí mismas las que van a cambiar por su volumen, ni la actividad económica, ni el tamaño de la torta ni el tamaño del empleo pero marcando un sendero, mientras tanto el sector que no se encuentra todavía ni la acción oficial ni la decisión de los participantes que es el sector genéricamente hablando, medio de empresarios, creo que tampoco se deciden a pensarse a sí mismos como formando parte de una estrategia de recuperación del crecimiento. Quiero decir, en el 2003 si uno pudiera retrotraerse, seguramente y va a recordar que miraba a su alrededor y los comerciantes chicos, los garagistas, los peluqueros, los pequeños industriales de distinta cosa estaban en pleno plan de a ver qué podemos hacer en estas nuevas condiciones. Hoy el grueso, no los grandes, no sólo el capital extranjero que no viene si no es para especulación financiera, todos los sectores que tienen alguna capacidad de ser partícipes del proceso de inversión están a la expectativa y creo que en este componente social tal cual como yo lo aprecio, hay una cuestión que la definiría así; la política económica actual que no pongo ahora en cuestión si era necesaria o no era necesaria porque lo tomo como un dato, era necesario hacer el grueso de las cosas que este gobierno se planteó. Yo he dicho, repetido, escrito que ninguna de las dos opciones que pugnaron en la segunda vuelta del 2015 tenían pensado hacer cosas demasiado diferentes, por lo tanto yo no lo pongo en cuestión. Lo que sí digo es que esa estrategia que el año pasado tuvo algunos tumbos respecto a las tarifas y cosas por el estilo, terminaron articulando una mayor lentitud de muchos aspectos pero al mismo tiempo algo que nadie podía asegurarlo antes de la asunción del gobierno, que es tomar distintas medidas de protección a los sectores efectivamente más débiles y entonces los varios millones de tomadores de servicios de luz o de gas con subsidio, etc., es algo que se concretó efectivamente

y que les ha permitido a esos sectores bancar esta etapa de transición, pero los que estamos en el medio somos los que – creo – nos hemos sentido en algún punto, más sorprendidos y golpeados y los que pertenecen a ese sector y tienen una actividad económica real o potencial, es lo que les pasa – creo yo – que están esperando que vengan tiempos mejores porque se sienten no sólo intrigados sino afectados por las dificultades.

SS – ¿Las tarifas por ejemplo?

JL – Por ejemplo. Digamos, yo no tengo conocimiento directo como para asegurar que lo que distinta gente asegura respecto de que las Pymes tienen enormes dificultades para funcionar por los cambios en los precios de las tarifas, pero tiendo a imaginarme que hay una alta proporción de verdad en esa argumentación, y creo que eso explica una parte no menor, a lo mejor, de quedarse en materia de actividad económica, y creo que Argentina tiene todavía una porción importante de su dinamismo económico y sin duda de su dinamismo ocupacional, en este componente, y si fuera cierto lo que estoy imaginando, mientras no se encuentre la manera de estimular o de despertar a este sector va a ser enormemente difícil que volvamos a tener una dinámica de creación de puestos de trabajo como lo tuvimos en los primeros años 2000.

SS – Así es.

JL – Pero bueno, no es algo que pueda estar transmitiendo basado, ni en encuestas ni en nada por el estilo, es el esquema de razonamiento que a flor de piel te lo transmito, nada más.

SS – Claro, sí, sí. Otro punto que anoté acá que habías mencionado algo, por el lado de esto de las grandes empresas y multinacionales cuando se habla de que el gobierno se queda esperando todavía las inversiones internas o extranjeras, el tema puntualmente de la reforma laboral, que hizo Brasil, pidrìa sesgar decisiones para ese lado que para el nuestro… En ese caso nos están presionando para  hacer algo?…

JL – A ver, el otro día decía, no me acuerdo si lo dije o lo escribí, lo que conozco de la reforma brasileña es un zarpazo muy grande del empresariado brasileño en condiciones que ellos consideran extremadamente favorables, ellos lo expresan como que son un requisito para recuperar la dinámica del ciclo económico pero me parece que es en alta medida una combinación extremadamente negativa para el sector del trabajo que probablemente por la debilidad de la estructura sindical brasileña y por el desastre en el que está el PT en Brasil en este momento, ha podido pasar. Yo no me lo imagino que tomando eso como espejo uno pueda suponer que algo parecido acontezca en Argentina, esto no quiere decir – por lo menos para mí – que no sea necesario sentarse racionalmente a discutir sobre cuestiones que hacen a la organización del trabajo, la eficiencia productiva tanto en el ámbito privado como – a mi gusto – muchísimo más en el ámbito estatal, pero lo que no pondría fichas es a imaginarme que haya sectores empresarios que esperen un tipo de cambio en las normas legales del tipo del de Brasil como para tomar una decisión porque se van a quedar esperando y la Argentina se va a quedar esperando eso como camino de resolución. Yo creo que tal cual no va a funcionar aunque insisto, el tema es si esta discusión no se encarrila racionalmente va a ser un callejón sin salida porque las verdaderas y buenas razones por las cuales haya bastantes cosas para modificar, van a quedar paralizadas por la negativa de las estructuras sindicales en Argentina que también consideran por buenas razones, que no deben abrir la discusión para no perder beneficios para el sector laboral. Yo creo que en Argentina tenemos otras cosas mezcladas que es que hay cuestiones que no son necesariamente beneficios para los trabajadores sino para las estructuras sindicales.

SS- Claro.

JL – Doy un ejemplo obvio pero que me sale automáticamente, como copropietario de una propiedad horizontal la aberración en que se ha tornado el vínculo entre los trabajadores de edificios de renta y horizontal y la estructura sindical, es de una perversidad tal que uno lo puede ver sólo con las propiedades y con las actividades que el sindicato de los porteros tiene en la Argentina de hoy, en la Capital Federal, y eso no hace más que mostrar que no se trata tanto de darle beneficios a los trabajadores sino con esa excusa hacer exacciones – a mi juicio – desaforadas a los empleadores a favor de la estructura sindical. Estas cosas en Argentina alguna vez va a haber que empezar a discutirla.

SS – Porque muchas veces esas cosas nada tienen que ver con beneficios a los trabajadores asalariados

JL – Exactamente. Lo que pasa es que el ejemplo que yo estoy dando no es precisamente del ámbito productivo pero uno puede hacer un ejercicio de imaginación para trasladar aunque sea en parte esta cuestión, pero yo me preocuparía sí por dejar aclarado que si bien Argentina es cierto que tiene una legislación de protección al trabajo importante comparativamente hablando en América Latina, no podemos decir que el nivel de vida o las condiciones de trabajo y salariales sean en términos medios exageradamente grandes, entre otras cosas por la alta proporción de trabajo en negro que tenemos y que desnaturaliza buena parte de aquellas ventajas, pero redondeando lo que vos me planteabas, yo creo que hay motivos para imaginarse que es necesario modificar algunas cuestiones de la legislación laboral. Yo no me imagino que esto esté en el horizonte inmediato, no sé si de las autoridades del gobierno pero en términos de viabilidad, aunque ahí hay alrededor un tema importante vinculado con algo que alguna vez charlamos; Argentina pese a todos los inconvenientes y con mayor lentitud que el resto del mundo, viene mejorando sus niveles de productividad, esos mejoramientos de los niveles de productividad sólo excepcionalmente se reparten con alguna equidad entre capital y trabajo, es decir que ahí – esa es mi mirada, a lo mejor vos te acordás que yo lo he repetido en alguna ocasión – esa cuestión creo que da lugar a introducir la discusión no sólo para un sólo lado del sube y baja sino equilibradamente pero en Argentina estamos desacostumbrados a discutir con racionalidad, hay mucho blanco y negro que no nos deja avanzar y cuando alguien tiene la sartén por el mango, cree que es el momento de hacer todo a su favor y eso es parte de nuestros problemas, según yo lo veo ¿no?

SS- Claro, sí, sí. Hay un tema que cada tanto surge, así por ahora nada demasiado concreto pero que es discusión de otros países el tema de la edad jubilatorio porque si llega a elevarse ya sea obligatoria o voluntariamentetambién lo que se dice es que del otro lado está el problema del mercado laboral, ¿no?

JL – Sí, absolutamente.

SS – ¿Cómo se resuelve ese dilema?

JL – Bueno, yo creo que ninguno de estos grandes temas, de los que estamos conversando, creo yo que los podemos imaginar abordarlos separadamente. Creo que uno puede identificar como más prioritarios algunos temas que otros pero si uno considera… me pongo en esta posición, los así llamados movimientos sociales negociaron el año pasado con el gobierno un volumen importante de dinero para un período de tres años para satisfacer necesidades sociales que ellos representaban, lo pongo en los términos en que se anunciaron los resultados de las conversaciones. Bueno, esto requiere disponibilidad de fondos del estado y así como eso, hay una cantidad de cuestiones. Por lo tanto la discusión sobre la sustentabilidad o no de todo el sistema de protección social que un estado moderno requiere, necesita discutir un montón de cosas simultáneamente que tiene que ver con los ingresos fiscales, tiene que ver con el uso de esos fondos fiscales, tiene que ver con la eficiencia del manejo de esos fondos pero también tiene que ver con la posibilidad que los actores económicos y sociales tienen de hacer que la torta anualmente se haga más grande, es en esos términos que está la discusión por ejemplo del retiro de jubilación porque si bien es cierto que hay dificultades para el mercado de trabajo para un eventual corrimiento de la edad jubilatoria, así sea de carácter voluntario, también es cierto que si uno imagina que se configura una instancia de crecimiento económico y no de estancamiento de ir para atrás como hemos venido estando y todavía estamos, entonces es muy difícil imaginarse solución, pero en un marco de crecimiento la cosa empieza a ser distinta porque entonces se puede combinar que una parte de la fuerza laboral que estaría en edad de jubilarse pueda mantenerse y eso no ser en sí mismo un obstáculo para que los nuevos contingentes se agreguen en el mercado laboral desde los más jóvenes, pero para eso la clave es si efectivamente nos ubicamos en un, llamale plan o llamale como quieras, de crecimiento económico de verdad.

SS – Claro.

JL – Porque si no, no hay efectivamente solución. Uno tiende a decir ceteris paribus y ceteris paribus estamos fritos, el problema es que no deberíamos imaginarnos qué es lo que habría que hacer si se prorroga la edad de jubilación si todo lo demás queda como está. Si todo lo demás queda como está estamos complicados porque vamos a tener por otro lado otra presión social que es que va a haber gente que quiere entrar al mercado de trabajo y no lo logre, eso es inevitable. Yo no soy actuario como para hacer la cuenta de qué probabilidad hay de que los que van llegando anualmente a los sesenta las mujeres, a los sesenta y cinco los varones, cuánta proporción de ese volumen de población estaría interesado, en condiciones o en disponibilidad de mantenerse y cuál es el volumen cuantitativo de impacto sobre el mercado laboral vis a vis un crecimiento económico proyectado en el próximo quinquenio de 3% promedio anual, digo 3% porque es la cifra que se está hablando ahora. Bueno, pero esas cuentas hay que hacerlas para el conjunto junto con la discusión – creo yo – de la eficiencia de la acción estatal, de lo cual el gobierno actual habla y yo creo que tiene razón en términos de corrupción pero creo que no es solo en materia de corrupción que hay que discutir aunque también es un tema difícil porque desde el punto de vista del sector trabajador hay siempre argumentos de que; no, no, no es que sobra gente, en realidad nos falta personal para desempeñar la tarea A, B o C, cosa que a veces cuando se dan esos ejemplos son verdad pero no se comentan las superposiciones ineficientes de personal en otras áreas. Quiero decir, a lo que voy es que ninguna de estas cuestiones solas se le puede encontrar solución satisfactoria y tampoco imagino que haya para esto, soluciones relativamente ingreso inmediatas, es algo que creo yo que en cualquier sociedad cuesta pero tengo la impresión de que nosotros que vivimos tan al día, tan en la coyuntura, nos cuesta muchísimo más esbozar una reflexión que incluya la paciencia para que en un horizonte temporal, que vaya más allá de un mes o dos, puedan encontrarse mejores alternativas a la presente, pero estoy convencido que si no lo hacemos así, la nuestra sería una sociedad no viable ¿no?

SS – Claro, sí, sí. Una última pregunta, no tiene tanto peso hoy obviamente como el de los asalariados pero la Argentina es un país que podría tender a que los emprendedores y cuentapropistas ganen más parte de la torta también, que haya más actividad por cuenta propia…

JL – A ver, en teoría puede ser pero si uno mira, yo no tengo acá los datos, pero en algún momento que estuve mirando, los datos medios de la OCDE dan un peso relativo aún más fuerte de los asalariados y más chico de los cuentapropistas.

SS – ¿Más que en la Argentina?

JL – Más chico que en la Argentina. En Argentina uno de cada… más peso en el asalariado, que eso a su vez está asociado a – yo creo – las posibilidades de una mayor eficiencia y productividad de la economía, con lo cual también eso es posible pensarlo como herramienta pero honestamente como una herramienta de carácter transitorio porque si uno lo piensa a mediano o largo plazo, va a ir seguro en detrimento de la necesaria mejoría de la productividad media de la economía y si eso no lo logramos, vamos a estar en creciente desventaja para el comercio internacional, y entonces se nos abre el agujero de la falta de competitividad y por lo tanto en lugar de vender cada vez más afuera, vamos a empezar a comprar otra vez cada vez más afuera, con lo cual el ciclo se nos va a revertir en contra. Esa es mi mirada con respecto al emprenderudismo, yo creo que es una herramienta transitoria que está muy bien empujar pero no creo que pueda ser un sustento de una estrategia de largo plazo.

SS – Sí, sí, porque ahora hay algunas políticas del gobierno con la ley del emprendedor hay algunas políticas o pensamientos en el gobierno, de parte del gobierno que tiende a ir para ese lado también.

JL – Sí, pero insisto, no me parece mal. Creo que es bueno y si uno lo piensa en términos de capitalismo como tal, todo eso que se siembra es de presumir que va a terminar generando nuevos empresarios de algún tamaño que va a salir del microempresario y bueno, serán más núcleos de empresas de mediano porte, algunas de las cuales pueden ser tecnológicamente muy avanzadas, importantes, eficientes, y otras probablemente quedarán en el camino. Digo, me parece bien pero insisto, yo creo que al menos en el marco del capitalismo, la actividad económica tiene que tener un espectro de importancias relativas variadas pero basar el crecimiento económico en la pequeña o micro-producción, creo que desde el punto de la vista de la eficiencia social no es demasiado atractivo ¿no?

SS – Sí, claro, exacto. Bueno, muy bien, le agradezco muchísimo.

JL – No, al contrario Silvia, ¿es para el próximo fin de semana?

SS – Sí, sí, para el domingo.

JL – Bueno, lo leeré

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Notas de JL

Economista; abuelo de tres hermosuras: Luli, Tini y Tomi; en fútbol sigo a San Lorenzo de Almagro. Sufriente admirador de Buenos Aires.